Monday, July 16, 2007











Por Patricio Connolly, de la Redacción de Clarín.com
El estadio Pachencho Romero era testigo de un duelo con mucha historia. Brasil y Uruguay, dos de las potencias del continente, se veían las caras en la primera semifinal de la Copa América de Venezuela. Un choque con recuerdos imborrables y de dos selecciones con estilos diferentes: el jogo bonito por un lado y la garra charrúa por el otro. La Celeste, que no pasa un buen momento futbolístico desde hace algunos años, quería volver a ese equipo que logró todo tipo de hazañas. En cambio, el conjunto verdeamarelho busca llegar una vez más a la final y defender el título conseguido en 2004 en Perú.En la previa no se podía saber qué iba a pasar en la cancha. Brasil llegaba mejor, aunque tampoco se lució mucho durante esta Copa. En tanto, Uruguay comenzó muy mal con una derrota inesperada frente a Perú y de a poco levantó, para eliminar en cuartos por goleada a Venezuela. Además, es un clásico y como se dice siempre son un "partido aparte". Este no iba a ser la excepción, y después de un arranque dubitativo del Scratch, llegó la apertura del marcador a los doce minutos. En una misma jugada tocaron el área rival los dos laterales: Mineiro, izquierdo, y Maicon, derecho. El primero apareció por el medio y definió fuerte, salvó Carini y en el rebote Maicon no lo desaprovechó y puso el 1-0. Rápido y efectivo el Pentacampeón, y todavía Robinho, su estrella y goleador, casi ni la había tocado.Los del Maestro Tabárez ya estaban dispuestos a dar vuelta el resultado, y un imprevisto que quedará en la historia del máximo torneo del continente. Se cortó la energía eléctrica en una de las torres de luz y el sector izquierdo de la defensa uruguaya quedó a oscuras. Sí, algo increíble e impensado en una Copa América. El árbitro colombiano, Oscar Ruiz, suspendió el partido. Empezaron las charlas de un lado y de otro. Carini no quería saber nada con reanudar el encuentro así, mientras la intensidad lumínica no mejoraba. Hasta Lugano, capitán de Uruguay, probó tirándole un centro a su arquero. El réferi después de diez minutos y sin novedades de la energía, decidió que se vuelva a jugar. Al rato, por suerte, se recompuso esa torre y todo retornó a la normalidad.Con todo y dejando algunos huecos atrás, los Charrúas salieron a empatar. Recoba tomó esa gran responsabilidad y empezó a manejar todos los hilos de su equipo. Con esa zurda exquisita que tiene complicó en tres ocasiones a Doni, con tiros de esquina muy cerrados y buscando el primer palo. Forlán también probó desde la puerta del área y el arquero brasileño la descolgó del ángulo. El medio y la defensa uruguaya comenzó a raspar y no los dejó jugar a sus rivales. En un contragolpe pudo aumentar la ventaja Vágner Love, después de otra arremetida de Maicon. Pero el delantero se tiró en el área chica y pidió penal y el árbitro no le creyó. La insistencia Celeste tuvo recompensa y a los 35 llegó la igualdad. Recoba repitió la fórmula en el corner y esta vez Doni salió mal y se la dejó servida a Forlán para que defina con la derecha. Un 1-1 merecido y luchado.En el mejor momento de los de Tabárez, apareció Brasil. Primero Vágner tuvo una chance más y falló en el mano a mano con Carini. Y un minuto después, un centro de Maicon al corazón del área le pegó de casualidad en la pierna derecha a Julio Baptista y anotó el segundo. El arquero y los defensores se quedaron dormidos, sin reacción. Y Brasil no se la dejó pasar. Se fueron al vestuario con un resultado que no reflejaba lo que había ocurrido en esa etapa inicial.El arranque del complemento se inició con una sorpresa: el Maestro sacó a Recoba, uno de los mejores del primer tiempo. También lo sacó a Darío Rodríguez y mandó a la cancha a Sebastián Abreu y a Ignacio González. Forlán agarró la batuta de su selección. Sin ideas comenzaron a arremeter contra los de Dunga. Poco podían hacer en ofensiva, y la verdeamarelha sacó todo su amor propio y defendía con el alma el resultado. Una y otra vez chocaban contra una muralla amarilla. El partido no ofrecía nada. Los dos jugaban mal y no llegaban a los arcos. Pasaban los minutos y el trámite favorecía claramente a Brasil que pasaba a la final por segunda vez consecutiva. Y ahí, cuando todo parecía terminado para Uruguay, lograron el empate a 24 minutos. ¿De qué manera podía ser? Agónica, como marca su historia. Un centro desde la derecha de Cristian Rodríguez, peinó en el primer palo Forlán y en el segundo la encontró Abreu para empujarla. La pelota pegó en el palo, y entró con lo justo, pese al esfuerzo de Doni. Con lágrimas festejó el tanto el Loco, que hasta la había soplado para que se meta. Dunga no lo podía creer y rápido movió el banco: ingresaron Diego y Fernando. El Scratch había decidido retrasarse y lo pagó caro. El encuentro dio otra vuelta de tuerca. Casi sin lastimarse, empezó de nuevo el golpe por golpe. Cada pelota se jugaba como si fuese la última. Abreu tuvo la victoria en sus pies, pero tanta duda hizo que la jugada termine en nada. Brasil extrañaba a Robinho, que estuvo desaparecido. El delantero del Real Madrid no la vio y se notó su ausencia. Así, con más garra que fútbol en ambas selecciones finalizó el partido. El empate los llevaba directo a penales. Desde los doce pasos los uruguayos se consagraron campeones en la Copa América de 1995 en su país. Pero en 2004 los que celebraron en las semifinales fueron los brasileños. La fortuna estuvo del lado de Brasil. Convirtieron Robinho, Juan, Gilberto Silva, Diego y Gilberto. Y los remates de Afonso y Fernando pegaron en el palo. Tuvo en sus pies el triunfo García y falló. Lugano tenía que meter o meter y Doni tapó el débil tiro del capitán. No sirvieron de nada los penales de Scotti, González, Rodríguez y punto aparte para Abreu, que la picó con clase. Forlán también había errado. Fue 5-4 para la verdeamarelha y el paso a la final. Espera por el ganador de Argentina-México. El conjunto de Dunga estuvo lejos de jugar como dice su historia. No hubo jogo bonito, pero le alcanzó para estar una vez más es una definición de la Copa América. En cambio, Uruguay fue fiel a su estilo y lo tuvo todo en sus manos. No pudo y dejó pasar una gran oportunidad. Brasil va por la defensa del título el próximo domingo, mientras que los otros dos semifinalistas buscarán quitarle la corona
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